martes, 19 de abril de 2016


Experiencia con salvia 40x.

19/4/2016               9.30PM

Haré mi mejor esfuerzo por redactar los acontecimientos del día de la fecha.

Me encontraba yo sentado en un amplio sillón en la casa de mi mejor amiga, en un amplio living de paredes color blanco. La iluminación era mayormente a vela, aunque habíamos encendido una tenue lamparita para tener alguna referencia del mundo real. Frente a mi, mi mejor amiga y su gato sentado detrás, inmóvil.

Coloqué el extracto de 40x en la pipa de agua y pité dos veces, tan fuerte como pude, intentando no toser: el humo de la salvia es muy denso. Aparé rapidamente la pipa y me acomodé en el sillón, recostándome a lo largo.
Cabe destacar antes de proceder a relatar la experiencia, que a diferencia del extracto 10x, las sensaciones y sentimientos son muy difíciles en este caso de expresar de forma escrita. Apenas puedo figurar en mi mente aquella maraña de caos.

Luego de dejar la pipa, sentí inmediatamente una sensación ya conocida, aquella sensación de ensueño propia de la salvia, en estos primeros segundos no sabía lo que estaba por suceder, quién podría imaginarlo.

Cerré los ojos,
la sensación de ensueño acrecentó y me sentí inerte. Dejó de pronto de existir un arriba y abajo. Ya no recordaba nada del mundo real, tampoco de mi persona, no sabía dónde estaba, no sabía qué sucedía, tampoco buscaba respuestas.
No existían las personas, los animales, ni las casas. No había amigos ni familiares. No existía alguna referencia de la que sostenerse. Simplemente la realidad se tornaba vertiginosa y eterna.
La ansiedad incrementó, sentí caer al vacío, sentí girar locamente en el espacio infinito. Por paradójico que suene, sentí ser nada.
Un brillo de reflejo lunar iluminó grandes océanos, giraba yo por encima de ellos; giraba sin control en una realidad mediocre. Giraba como un meteoro en el espacio. giraba por accidente siendo nada y hacia la nada.
Me angustió mucho aquella situación, sentí impotencia, unas fuerzas desconocidas me tomaron y desarmaron en mil pedazos, arrojaron mis pedazos al caos de esa nada oceánica. Ahora yo era el pedazo en el que había quedado mi mente. Me arrancaron las piernas, aunque de eso no suscitó dolor sino angustia por una confusión creciente.
Nada esperaba en esa situación, era simplemente testigo de un destino inevitable, irrefrenable. Aquella realidad era la única y no había otra por venir. Aquella realidad era simplemente fatal, en ella era yo un espectador lanzado hacia el sinsentido.
Ahora, convertido en una partícula, caía hacía atrás al vacío y de casualidad aterrizaba en un vecindario conformado por una especie de rueda de la fortuna donde cada vagón era un universo, y a la vez un hogar, un casillero metálico y también un río. En este punto sentí un temor intenso, aunque en ningún momento intenté nada, simplemente sentía una profunda debilidad por estar contenido en un cosmos caótico, yo era parte de ese caos, de nada servía resistirse. 
Alguien o algo me colocaba allí en mi nuevo hogar, sentí que allí yacería mi conciencia por siempre. La existencia era realmente despreciable; me encontraba eternamente atrapado en una rueda de la fortuna inmensa, con un gran océano resplandeciente debajo.
 En este punto algo me hizo suponer que yo era un trapeador o algo similar, con cuerpo rígido, angosto y de madera. Eso he dicho, por un momento se había vuelto en mi conciencia realidad el ser un trapeador y estar guardado eternamente. -Había visto un trapeador aproximadamente media hora antes de fumar, lo que definitivamente influyó en esta parte-
Aquí fue la parte más intensa de la experiencia, sentía una enorme desazón por lo mediocre que resultaba la existencia para un simple trapeador, atrapado en un hogar desconocido y sin la posibilidad de comunicarse con pares.
 Durante esta primera etapa nada era claro. Redactando aquí, los eventos parecen precisos pero la verdad es que nunca tuve un pensamiento a modo de revelación, jamás hubo certezas. Nunca pensé "soy una partícula". Simplemente no pensé, sentí. Una fuerza imparable me sometía.

En determinado momento mi amiga encedió la luz y eso me separó tan solo en parte de aquel horror. El calor era intenso. Ahora todo era confuso y de aquella parte recuerdo muy poco, quise pararme y huir pero no hubo caso, estaba hundido en un objeto incómodo y detestable, el sillón. Luego de que la confusión resultase más o menos prolongada, las cosas comenzaron a parecer familiares y la primera oración entendible que dirigí a mi amiga fue "no te imaginás lo contento que me pone ver al gato", refiriéndome al animal que no había cambiado en absoluto su postura durante mi experiencia; aquella visión me recordó que sí podía esperar a una realidad mejor. 
Bajo infinita impaciencia me aferré al sillón, con bronca e impotencia, quería regresar inmediatamente al mundo que ahora podía vislumbrar desde lejos.

Poco a poco el sillón se tornó menos incómodo y me vi envuelto en sudor frío. Poco a poco se alejó aquella miseria sorprendente.

No volveré a fumar salvia por un largo tiempo, aunque la experiencia fue ciertamente incómoda, la sorpresa de haber experimentado semejantes situaciones justifican el temor acaecido.
Debo mencionar una conclusión extraída de mis dos experiencias y de las experiencias ajenas que he leído y escuchado: lo que hace a la salvia especialmente intensa es el hecho de que uno olvida completamente que está drogado. Aún cuando a uno le digan durante su experiencia "no te preocupes, fumaste salvia y todo va a estar bien", las palabras no surten efecto y aquella realidad abrumadora y fantástica a la vez parece única y eterna. Uno se olvida por completo que las cosas solían ser distintas, y aunque ese mundo desconocido resulte extraño, uno no lo cuestiona y lo acepta como verdadero.
Esto puedo explicarlo por especulación, ya que la salvia divinorum es un onirógeno que "pone" a dormir al cerebro sin perder la lucidez propia del percibir despierto, permitiendo fuertes interacciones entre los sueños y la conciencia; estos son los llamados sueños lúcidos.  Así como uno olvida que está soñando cuando duerme cada noche y se sumerge en realidades diversas, lo mismo sucede con los sueños inducidos por la salvia.

Psicodelium






martes, 12 de mayo de 2015

I. Salvia divinorum experiencia 1. Intensidad: 10x



 Luego de informarme lo suficiente como para querer asumir el riesgo, compré la cantidad de un gramo de extracto de Salvia Divinorum de 10x con mi hermano. Quien nos la vendió me dijo que era para unas diez experiencias, por lo que decidimos fumar de a pequeñas cantidades al principio y tras no notar efectos, decidimos incrementar la cantidad. Fumamos en total dos tercios del gramo en forma espaciada entre ambos, no pudo el extracto por algún motivo afectar la psiquis de mi hermano pero sí la mía, viajé como jamás lo había hecho antes. Cabe destacar que la próxima vez que experimente no empezaré de  poco sino que iré directo al grano, sucede que esta vez quise ser cauto por las circunstancias particulares de la noche (mi primera experiencia con Salvia Divinorum y mis padres durmiendo a 30 metros). Quise evitar posibles excesos. Cabe destacar también que habíamos estado consumiendo unas flores de marihuana muy intensas previo a la experiencia.



 Estaba yo sentado en en el centro de mi cuarto con mi hermano, una habitación iluminada aunque evitando exceso de iluminación porque sé que la salvia se lleva mejor en ambientes silenciosos y relajados, con iluminación tenue. Cuando llegué a la tercera pitada las percepciones cambiaron por completo, pude ver al pequeño universo en el que me encontraba  -mi habitación- retorciéndose, cambiando de forma, tornándose irrisorio, la sorpresa me abordó por completo, no creía lo que veía . La habitación se volvió una especie de campo abierto, muy frio, cubierto de una especie de neblina mayormente disipada a lo lejos en el escenario que veía:  
Lo primero que noté fue, por un lado el advenimiento de una risa leve que se mantuvo gran parte del viaje, aunque por algún momento experimenté un miedo moderado pero breve, y entonces dejé de reír durante lo que duró ese temor. Aquella risa leve mayormente predominante era producto de un sentimiento de sorpresa y fascinación con el mundo que veía.
Entonces mi recreación mental del mundo se vació de sentido por completo, en dicho momento mi hermano se transformó  veloz pero progresivamente en una figura humana neutra, anónima, que parecía mantenerse distante, inerte e impersonal, sin ningún tipo de detalles. No podía percibir su rostro ni su mirada, sólo era una figura humana, no representaba más que eso, una figura confusa. Sabía por algún motivo que estaba con alguien de extrema confianza, sabía que esa persona era una figura segura, él no representaba riesgo sino cierto anclaje a la realidad.  Era no más que un hombrecillo sentado con un fondo negro y violeta, intenté mirarlo, concentrándome su cara se me figuró un solo segundo como conocida, lo pude recordar, él era mi hermano y luego  un solo segundo después, me resultaba como un completo desconocido otra vez… Intenté comunicarle lo que sentía pero sentí que hablar con él era como hablar con alguien que simplemente no podía comprenderme.. Es decir,  específicamente tuve una extrañísima sensación de que él no podía comprender lo que yo estaba diciendo, aunque eso no era cierto, porque que podía hablar claramente aunque entre risas y distracciones constantes. Intentaba acercarme a la realidad diciéndole lo que estaba viendo y sintiendo. Tuve una profunda sensación de estar yo y él en mundos completamente distintos –y en un aspecto, lo estábamos- a medida que me acercaba a hablarle, los muebles de la habitación se movían conmigo, me sentí de alguna manera atado a la cama  que tenía a metro y medio y a ciertos colores de la alfombra, es decir, sentí una profunda y rarísima presión al moverme y mirar el rojo en algunos recuadros de la alfombra, un rojo que comúnmente es opaco pero ahora brotaba como lava candente y metalizada. Me sentía atado a la estática que regía en la habitación, no podía moverme con facilidad porque las dimensiones perdían la claridad habitual y mi movimiento desordenaba el ambiente.
No podía por algún motivo romper el esquema u orden en el que estaban las cosas si yo dejaba de moverme. Me sentí dormido, mi cuerpo inerte y débil, pero no una debilidad negativa, sino una debilidad de ensueño, pacífica y de incertidumbre. Un escritorio con un velador encendido lucía en otra habitación, que en dicho momento se tornó una esfera universal individual, no podía simplemente yo dirigirme hacia el escritorio porque éste pertenecía a otro orden de objetos. Unos dos metros me parecieron veinte. Una luz amarilla lo hizo ver cálido, pero de una calidez distante, inalcanzable; en mi mundo el frío que reinaba era, no molesto, sino determinante del ambiente que yo presenciaba.
Lo mismo que había sucedido con mi hermano sucedió con mi habitación, se tornó lejana, progresivamente, hasta llegar al punto en que no sabía dónde estaba. Mi habitación se me figuró como un bosque nocturno, con tonos de noche negra e invernal, con tonalidades lejanas de púrpura, sabía que era un lugar extremadamente conocido pero simplemente no podía  saber exactamente dónde estaba. Ese lugar, aunque de aspecto familiar era muy diferente a mi cuarto. Luego, se me ocurrió pensar en mi propia identidad, la que no se vio clara en absoluto, me sentí simplemente un personaje de un sueño extremadamente profundo y claro, ya que el universo que veía lucía absolutamente real y contradictoriamente consistente  a su vez que divertido y asombroso, aunque por supuesto el encontrarme en un escenario ampliamente extenso, con una persona que me resultaba imposible reconocer y dudando de mi propia identidad me provocó cierta gran incertidumbre general. Allí nada pareció claro y una parálisis mental se produjo donde la percepción se vio tan distorsionada que ya no pude simplemente comprender un universo tan diferente al habitual.
El piso se tornaba vertiginoso, el universo había cambiado sus dimensiones habituales y era de dimensiones extrañas y peligrosas. Todo seguía teniendo un tono de invierno, desolado y demasiado amplio, una sensación similar a la frescura de un bosque en una fría noche de verano, un bosque con tinieblas, un frío campestre o de cementerio.
Aquella habitación se tornó desconocida y ya no había techo, lo que vi fue un campo helado, acuático a su vez, sin sentido, una atracción temática. Mis muebles me resultaron desconocidos por completo, integraban ahora otro escenario y no eran muebles sino objetos que simplemente parecían propios del paisaje campestre color violeta que observaba. Ese color violeta de la pared le dio al mundo de repente un increíble tono mágico, psicodélico, un llamativo mueble naranja fluorescente se tornó un juguete, caricaturesco. Y luego, poco a poco, todo volvió a sus dimensiones normales,  rápidamente, el mundo había dejado de ser una parodia del habitual. Todo con un hermoso tono pacifico donde el frío había cesado y también, debo admitir, una considerable ansiedad que aquel nuevo universo alterado me había provocado.
 Nunca había estado tan distante de la realidad, aun habiendo experimentado con otro tipo de alucinógenos antes (cartones, blotters o pepas, básicamente aquello que la mayoría cree LSD sin saber que en realidad es en la mayoría de los casos 25xNBOMe y anfetamina o DOB y DOM.  Esto fue distinto, el mundo que viví no presentaba patrones calcados sobre el mundo, es decir, un mundo distorsionado como en otros alucinógenos, este mundo lucía plenamente real en sí mismo.

Soy consciente de que mi viaje no fue tan intenso como el de otros por la baja intensidad de la Salvia (10x), además, pude mantenerme parado durante el viaje y no perdí en momento alguno conexión con mi cuerpo. Lo que me hace no poder siquiera imaginar lo que se sentirá caer aún más profundo en el ensueño de la Salvia Divinorum, la hierba que actúa como una llave al inconsciente. 
Pronto lo averiguaré.

No debemos olvidar lo maravillosos que somos, no sólo como humanos, sino, en un sentido aún más profundo, aquella maravilla propia de los seres vivos y no exclusiva de una especie. El cerebro no es más que la unidad de control. La mente es un universo en sí misma, un universo que se encarga de captar a otro. Una sorprendente máquina perfecta.

Escribí esto pocas horas después de haber fumado, ojalá hayan entendido lo que sentí al menos en una pequeñísima proporción. 


Psicodelium.